He llegado a un momento de lectura voraz, como si no lo hubiera tenido ya en determinados momentos de mi vida, de modo que habitualmente leo dos o tres al tiempo; según la hora del día, según admite mi desvencijado cerebro, según, en fín, me sale de las pelotas (y me perdonan el exabrupto).

Descubrí el libro navegando por internet a la búsqueda de algo que leer; resulta que se publicó a mediados de los 80 y se escribió a finales de los 70.
Nigel Barley, antropólogo inglés decidió un día, a instancias de alguien, que no recuerdo quién fue. hacer un "trabajo de campo"; evidentemente un antropólogo analiza seres humanos.
Si fuera hoy día no cabe duda de que Barley hubiera venido aquí para analizar a unos que yo me sé; pero como era cuando era, se fue e Camerún, a una región montañosa habitada por los dowayos y en el libro nos cuenta su experiencia que, en muchas ocasiones, tiene poco que ver con la apacible idea del blanco instruido investigando a los salvajes negros.
Puede que, en el fondo, los indígenas cameruneses considerasen al blanco como un pobre iluso del que aprovecharse o, simplemente, como un ser distinto al que no afecta la brujería ni los hechizos.
Sea como sea uno sale del libro carente de convicciones; puede que el "buen salvaje" no exista (de hecho no existe) sino que se trata de seres sustancialmente distintos a nosotros, meros observadores; están movidos por algunos instintos básicos (que me perdone Sharon Stone) similares a cualquier ser humano pero son radicalmente distintos a nosotros.
Y no tienen el menor interés en parecerse.
Curioso, entretenido y, por momentos, hilarante.