Homenaje a Rafael Montesinos
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- Sargento de Hierro
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Homenaje a Rafael Montesinos
Poeta español nacido en Sevilla en el año de 1920.
Su infancia y adolescencia pertenecen a su ciudad natal, años que ejercieron luego una gran influencia en su obra poética. Se radicó en Madrid desde 1941.
Sus primeros poemas datan de 1943, publicados en las revistas «Garcilaso», «Espadaña» e «Ínsula» entre otras, colaborando más tarde en revistas americanas y europeas donde aparecen sus versos traducidos.
Fundó la Tertulia Literaria Hispanoamericana en 1952, El Cine Club en 1965 y el Aula de cinematografía vocacional en 1966.
Entre otros premios literarios, obtuvo el «Ateneo de Madrid» en 1943, «Ciudad de Sevilla» en 1957 y «Nacional de Literatura» en 1958.
De su obra se destacan: «Balada del amor primero» en 1944, «Antología poética» en 1956, «El tiempo en nuestros brazos» en 1958 y «La verdad y otras dudas».
Su infancia y adolescencia pertenecen a su ciudad natal, años que ejercieron luego una gran influencia en su obra poética. Se radicó en Madrid desde 1941.
Sus primeros poemas datan de 1943, publicados en las revistas «Garcilaso», «Espadaña» e «Ínsula» entre otras, colaborando más tarde en revistas americanas y europeas donde aparecen sus versos traducidos.
Fundó la Tertulia Literaria Hispanoamericana en 1952, El Cine Club en 1965 y el Aula de cinematografía vocacional en 1966.
Entre otros premios literarios, obtuvo el «Ateneo de Madrid» en 1943, «Ciudad de Sevilla» en 1957 y «Nacional de Literatura» en 1958.
De su obra se destacan: «Balada del amor primero» en 1944, «Antología poética» en 1956, «El tiempo en nuestros brazos» en 1958 y «La verdad y otras dudas».
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SÁLVAME
A eso puedo decir -respondió Don Quijote-
que Dulcinea es hija de sus obras.
(II parte, cap. XXXI!)
Pobladora de todos mis sentidos,
tan castamente tú la pobladora,
sálvame, amor, ahora y en la hora
de la muerte, la tierra y los olvidos.
Ay, niña, sálvame a ratos perdidos
la eternidad que al alma, triste, llora
ya por perdida, oh mi eternizadora,
mi arcángel de los gestos doloridos.
Álcese ya mi voz en tu alabanza,
corazón que en un sólo nombre fija
mi corazón de yentes y vinientes,
oriunda de mi única esperanza,
hija de Dios y de tus obras hija,
que me salvas con besos diferentes.
A eso puedo decir -respondió Don Quijote-
que Dulcinea es hija de sus obras.
(II parte, cap. XXXI!)
Pobladora de todos mis sentidos,
tan castamente tú la pobladora,
sálvame, amor, ahora y en la hora
de la muerte, la tierra y los olvidos.
Ay, niña, sálvame a ratos perdidos
la eternidad que al alma, triste, llora
ya por perdida, oh mi eternizadora,
mi arcángel de los gestos doloridos.
Álcese ya mi voz en tu alabanza,
corazón que en un sólo nombre fija
mi corazón de yentes y vinientes,
oriunda de mi única esperanza,
hija de Dios y de tus obras hija,
que me salvas con besos diferentes.
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CANCIÓN A MARISA ESPERANDO LA MATERNIDAD
Dios te salve, amor mío
lleno de gracia...
(Mi sangre por tu sangre
sangabrielaba.)
-¿Dónde está la cintura
que te anillaba?
-Se me cayó el anillo
dentro del alma.
-¿Y dónde, la amargura
que te apenaba ?
-A tristeza que huye,
risa de plata.
En tu seno otra infancia
mi vida aguarda.
Bendito sea el fruto
de mi esperanza.
Dios te salve, amor mío
lleno de gracia...
(Mi sangre por tu sangre
sangabrielaba.)
-¿Dónde está la cintura
que te anillaba?
-Se me cayó el anillo
dentro del alma.
-¿Y dónde, la amargura
que te apenaba ?
-A tristeza que huye,
risa de plata.
En tu seno otra infancia
mi vida aguarda.
Bendito sea el fruto
de mi esperanza.
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LAS DEMÁS... ¿CÓMO FUERON?
Las demás... ¿cómo fueron? Tú jugabas
en algún sitio, niña todavía.
Bajo la madrileña luz del día,
entre juegos y penas me esperabas.
Las demás... ¿dónde fueron? Tú cantabas:
«Yo tenía un castillo...», y Dios sabía
que era yo, poco a poco, quien hacía
el castillo que matarileabas.
«Las demás, ¿cómo fueron?», me preguntas
pensativa la boca, el aire triste,
bajos los ojos y las manos juntas.
¡Las demás! ... ¿Quiénes fueron? Yo quisiera
que me explicaras cómo te me hiciste
tan niñamente mi pasión primera.
Las demás... ¿cómo fueron? Tú jugabas
en algún sitio, niña todavía.
Bajo la madrileña luz del día,
entre juegos y penas me esperabas.
Las demás... ¿dónde fueron? Tú cantabas:
«Yo tenía un castillo...», y Dios sabía
que era yo, poco a poco, quien hacía
el castillo que matarileabas.
«Las demás, ¿cómo fueron?», me preguntas
pensativa la boca, el aire triste,
bajos los ojos y las manos juntas.
¡Las demás! ... ¿Quiénes fueron? Yo quisiera
que me explicaras cómo te me hiciste
tan niñamente mi pasión primera.
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EL POETA CANTA EL CAMBIO DE COLOR DE LOS OJOS
DE SU AMADA Y REPITE LAS PALABRAS DE ADÁN
Rodeada de ensueños -¡levedad
de sus años, su voz y su sonrisa!-,
reclinada en su luz, digo en su brisa,
niña soñada y ángel de verdad,
con grácil
aprendida suavidad
el color de sus ojos me improvisa.
y como ese color, así es precisa-
mente mi vida: clara en su mitad.
Tú si que eres ya huesos de mis huesos
y carne de mi carne y pena mía
y partidaria de mis altos besos,
que alternamos con tu melancolía;
besos que a veces dejo niña, en esos
pómulos donde un sol, rojo, se enfría
DE SU AMADA Y REPITE LAS PALABRAS DE ADÁN
Rodeada de ensueños -¡levedad
de sus años, su voz y su sonrisa!-,
reclinada en su luz, digo en su brisa,
niña soñada y ángel de verdad,
con grácil

el color de sus ojos me improvisa.
y como ese color, así es precisa-
mente mi vida: clara en su mitad.
Tú si que eres ya huesos de mis huesos
y carne de mi carne y pena mía
y partidaria de mis altos besos,
que alternamos con tu melancolía;
besos que a veces dejo niña, en esos
pómulos donde un sol, rojo, se enfría
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A UNA ADOLESCENTE
Porque en tu sangre había
diecisiete caballos galopando,
en el dulce pecado de la carne
tú y yo nos encontramos,
que el amor vuelve un día de repente,
igual que vuelve el árbol
del estéril invierno a la más verde
mentira del verano.
Porque en tu sangre había
diecisiete caballos galopando,
al corazón quisiste
llegar y te quedaste entre mis manos.
Mi corazón es sitio solamente
de corazón. Me lo dejé olvidado
en una tierra roja de olivares
donde todo es más claro.
Déjalo sollozar. Sólo me sirve
para un amor lejano.
Pero medí tu cuerpo con mis besos,
tus besos con mis labios,
para las altas lunas de tus pechos
fui poeta romántico,
porque en tu sangre había diecisiete
caballos galopando.
Porque en tu sangre había
diecisiete caballos galopando,
en el dulce pecado de la carne
tú y yo nos encontramos,
que el amor vuelve un día de repente,
igual que vuelve el árbol
del estéril invierno a la más verde
mentira del verano.
Porque en tu sangre había
diecisiete caballos galopando,
al corazón quisiste
llegar y te quedaste entre mis manos.
Mi corazón es sitio solamente
de corazón. Me lo dejé olvidado
en una tierra roja de olivares
donde todo es más claro.
Déjalo sollozar. Sólo me sirve
para un amor lejano.
Pero medí tu cuerpo con mis besos,
tus besos con mis labios,
para las altas lunas de tus pechos
fui poeta romántico,
porque en tu sangre había diecisiete
caballos galopando.
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- Sargento de Hierro
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QUIÉN
¿Quién me dio este país y este momento
transitorio de un siglo a la deriva?
¿Quién me puso en la frente pensativa
esta alegría y este sufrimiento?
¿Quién dejó entre mis labios este acento
de dolor? ¿Quién me tiene en alma viva?
¿Quién decretó a la dicha fugitiva?
¿Quién al dolor -¿por qué?- lo hizo tan lento?
El alma hacia los cielos se dirige,
velocísimamente enamorada,
descarnada del cuerpo que la rige.
Pero el amor, de pronto, da la vuelta,
y el alma da en el pecho alicortada.
yo no sé quién me tiene y quién me suelta.
¿Quién me dio este país y este momento
transitorio de un siglo a la deriva?
¿Quién me puso en la frente pensativa
esta alegría y este sufrimiento?
¿Quién dejó entre mis labios este acento
de dolor? ¿Quién me tiene en alma viva?
¿Quién decretó a la dicha fugitiva?
¿Quién al dolor -¿por qué?- lo hizo tan lento?
El alma hacia los cielos se dirige,
velocísimamente enamorada,
descarnada del cuerpo que la rige.
Pero el amor, de pronto, da la vuelta,
y el alma da en el pecho alicortada.
yo no sé quién me tiene y quién me suelta.
- Sastre
- DeSastre
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FÁBULA DEL LIMONERO
Debajo del limonero,
la niña a mí me decía:
-Te quiero.
Y yo me puse a pensar
que era mejor la corteza.
Tiré las migas de pan.
Debajo del limonero
la niña me dio su beso
primero.
Y juntos vimos caer
los limones por el suelo,
cerca del amanecer.
Debajo del limonero,
la niña me dijo un día:
-Me muero.
Y ya no sé adónde ir ,
que el limonar me recuerda
la gracia de su perfil.
Debajo del limonero,
la niña a mí me decía:
-Te quiero.
Y yo me puse a pensar
que era mejor la corteza.
Tiré las migas de pan.
Debajo del limonero
la niña me dio su beso
primero.
Y juntos vimos caer
los limones por el suelo,
cerca del amanecer.
Debajo del limonero,
la niña me dijo un día:
-Me muero.
Y ya no sé adónde ir ,
que el limonar me recuerda
la gracia de su perfil.
Las cosas buenas tardan en llegar... por eso yo siempre llego tarde.
- Satán
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- Satán
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De todas maneras pelirroja, aunque Montesinos me cae muy bien, mi lealtad es inquebrantable y hace tiempo que se la ofrecí a Mario.
Si Dios fuera una mujer
¿Y si Dios fuera mujer?
pregunta Juan sin inmutarse,
vaya, vaya si Dios fuera mujer
es posible que agnósticos y ateos
no dijéramos no con la cabeza
y dijéramos sí con las entrañas.
Tal vez nos acercáramos a su divina desnudez
para besar sus pies no de bronce,
su pubis no de piedra,
sus pechos no de mármol,
sus labios no de yeso.
Si Dios fuera mujer la abrazaríamos
para arrancarla de su lontananza
y no habría que jurar
hasta que la muerte nos separe
ya que sería inmortal por antonomasia
y en vez de transmitirnos SIDA o pánico
nos contagiaría su inmortalidad.
Si Dios fuera mujer no se instalaría
lejana en el reino de los cielos,
sino que nos aguardaría en el zaguán del infierno,
con sus brazos no cerrados,
su rosa no de plástico
y su amor no de ángeles.
Ay Dios mío, Dios mío
si hasta siempre y desde siempre
fueras una mujer
qué lindo escándalo sería,
qué venturosa, espléndida, imposible,
prodigiosa blasfemia.
Besos desde el purgatorio.
Si Dios fuera una mujer
¿Y si Dios fuera mujer?
pregunta Juan sin inmutarse,
vaya, vaya si Dios fuera mujer
es posible que agnósticos y ateos
no dijéramos no con la cabeza
y dijéramos sí con las entrañas.
Tal vez nos acercáramos a su divina desnudez
para besar sus pies no de bronce,
su pubis no de piedra,
sus pechos no de mármol,
sus labios no de yeso.
Si Dios fuera mujer la abrazaríamos
para arrancarla de su lontananza
y no habría que jurar
hasta que la muerte nos separe
ya que sería inmortal por antonomasia
y en vez de transmitirnos SIDA o pánico
nos contagiaría su inmortalidad.
Si Dios fuera mujer no se instalaría
lejana en el reino de los cielos,
sino que nos aguardaría en el zaguán del infierno,
con sus brazos no cerrados,
su rosa no de plástico
y su amor no de ángeles.
Ay Dios mío, Dios mío
si hasta siempre y desde siempre
fueras una mujer
qué lindo escándalo sería,
qué venturosa, espléndida, imposible,
prodigiosa blasfemia.
Besos desde el purgatorio.

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Desde el infierno, sin acritud.
Desde el infierno, sin acritud.
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- Sargento de Hierro
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- Torbellina
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Ainsss si es que hay pocos como Mario Benedetti
PAUSA
De vez en cuando hay que hacer
una pausa
contemplarse a sí mismo
sin la fruición cotidiana
examinar el pasado
rubro por rubro
etapa por etapa
baldosa por baldosa
y no llorarse las mentiras
sino cantarse las verdades.
------------------------------------
SABERTE AQUI
Podés querer el alba
cuando quieras
he conservado intacto
tu paisaje
podés querer el alba
cuando ames
venir a reclamarte
como eras
aunque ya no seas vos
aunque mi amor te espere
quemándose en tu azar
y tu sueño sea eso
y mucho más
esta noche otra noche
aquí estarás
y cuando gima el tiempo
giratorio
en esta paz ahora
dirás
quiero esta paz
ahora podés
venir a reclamarte
penetrar en tu noche
de alegre angustia
reconocer tu tibio
corazón sin excusas
los cuadros
las paredes
saberte aquí
he conservado intacto
tu paisaje
pero no sé hasta dónde
está intacto sin vos
podés querer el alba
cuano quieras
venir a reclamarte
como eras
aunque el pasado sea
despiadado
y hostil
aunque contigo traigas
dolor y otros milagros
aunque seas otro rostro
de tu cielo hacia mí.
PAUSA
De vez en cuando hay que hacer
una pausa
contemplarse a sí mismo
sin la fruición cotidiana
examinar el pasado
rubro por rubro
etapa por etapa
baldosa por baldosa
y no llorarse las mentiras
sino cantarse las verdades.
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SABERTE AQUI
Podés querer el alba
cuando quieras
he conservado intacto
tu paisaje
podés querer el alba
cuando ames
venir a reclamarte
como eras
aunque ya no seas vos
aunque mi amor te espere
quemándose en tu azar
y tu sueño sea eso
y mucho más
esta noche otra noche
aquí estarás
y cuando gima el tiempo
giratorio
en esta paz ahora
dirás
quiero esta paz
ahora podés
venir a reclamarte
penetrar en tu noche
de alegre angustia
reconocer tu tibio
corazón sin excusas
los cuadros
las paredes
saberte aquí
he conservado intacto
tu paisaje
pero no sé hasta dónde
está intacto sin vos
podés querer el alba
cuano quieras
venir a reclamarte
como eras
aunque el pasado sea
despiadado
y hostil
aunque contigo traigas
dolor y otros milagros
aunque seas otro rostro
de tu cielo hacia mí.