- ¡Ea, no me va a gustar la obra!.
Bien, no hay que aclarar que quien renegaba era mi vanidad herida. ¡A mi! ¡No mirarme a mi!

No os indico el título por si algún desalmado me desvela la trama, o el desenlace.
¡Dios, ya me he enrollado! ¡No quería hablaros de eso!. Quería que me contarais si alguna vez habéis intrerpretado a un personaje de teatro.
Me gustaría leer vuestras sensaciones. Todos, creo yo, aunque sea en el colegio hemos interpretado alguna vez. Y no hablo de la interpretación cuasi obligatoria en ciertos momentos de la vida diaria.
Quería saber si habéis llegado a perder el miedo escénico, a perder tras las candilejas de vista al público, a sentir y haber estudiado una vida ajena y a representarla, a creeros por un momento otro personaje, a sufrir, a amar y a reir de mentirijillas pero con absoluto convencimiento. Quería conocer si lograsteis sentir esa sensación divina del aplauso final y esa satisfacción de cuando cae definitivamente el telón.