El beso
Por cuestiones de trabajo el psicólogo Onur Güntürkün, de la universidad alemana de Bochum-Ruhr, viaja con frecuencia y soporta largas esperas en aeropuertos, estaciones de trenes y otros lugares públicos de Estados Unidos, Alemania y Turquía. Cualquier mortal recurriría a la lectura ocasional de un periódico o algún libro para mitigar la espera, pero Onur se dedica a otra tarea: él mira parejas besándose y realiza anotaciones en una libretita. Onur dice que lo hace con la mayor discreción posible y que las parejas no se dan cuenta. Esta actividad, que a todos nos daría vergüenza comentar entre nuestros allegados, Onur la hizo pública en las páginas de la prestigiosa revista científica Nature en su edición del 13 de febrero pasado.
¿Pero qué tiene de rescatable la supuesta inclinación vouyerista de Onur?
Tras observar 124 parejas besándose en los labios, Onur notó que dos de cada tres parejas giran su cabeza hacia la derecha en el acto del beso (la nariz de cada participante está a la derecha de la nariz de su amada/o).
Onur vinculó esta tendencia con la preferencia de los bebés de girar la cabeza hacia la derecha cuando duermen durante las semanas finales de gestación y los primeros seis meses de vida. Esta costumbre innata constituye uno de los ejemplos más tempranos de asimetría en el comportamiento humano y se piensa que influye en el desarrollo posterior de las preferencias motoras y perceptuales, reapareciendo a veces de manera muy sutil como lo demuestra la investigación de Nature.
Otros ejemplos de asimetrías también evidencian la razón 2 a 1 a favor de la derecha: el uso de la oreja derecha para escuchar conversaciones prácticamente inaudibles, el apoyar primero el pié derecho y una mayor orientación visual hacia la derecha. En cambio, la razón entre diestros y zurdos es cercana a 8:1, por lo cual esta particular asimetría no puede ser el resultado de una simple preferencia neonatal por girar la cabeza a la derecha — los orígenes genéticos de esta tendencia pueden ser diferentes, o quizás factores culturales pueden haber modificado un patrón original.
¡Hay que besarse más! … y, si es posible, en público: quizás sin saberlo estemos ayudando al avance de la psicología.
