Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban.
De por ahí vengo yo.
Y no es que haya sido mejor.
Es que no es fácil para un pobre tipo al que educaron en el "guarde y
guarde que alguna vez puede servir para algo" pasarse al "compre y tire
que ya se viene el modelo nuevo".
Mi cabeza no resiste tanto.
Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de movil una vez por semana, sino que además cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real.
Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre.
Me educaron para guardar todo.¡Toooodo!
Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir.
Sí. ya sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nospodían servir y qué cosas no.
Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, y no sé cómo no guardamos la primera caquita.
¡¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su movil a los pocos meses de comprarlo?!
¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente no se valoran y se
vuelven desechables con la misma facilidad con que se consiguieron?
En casa teníamos un mueble con cuatro cajones.
El primer cajón era para los manteles y las servilletas, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto.
Y guardábamos.
¡¡Cómo guardábamos!!
¡¡Tooooodo lo guardábamos!!
¡Guardábamos las chapitas de los refrescos!
¡¿Cómo para qué?!
Hacíamos limpia calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro.
Dobladas y enganchadas a una cuerdecita se convertían en cortinas para los bares.
Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las
clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de
fin de año de la escuela.
¡Tooodo guardábamos!
Y las cosas que nunca usaríamos.
Botones que perdían a sus camisas y carreteles que se quedaban sin hilo se iban amontonando en el tercer y en el cuarto cajón.
Partes de los boligrafos que algún día podíamos volver a precisar.
Cañitos de plástico sin la tinta, cañitos de tinta sin el plástico,
capuchones sin el boligrafo, boligrafos sin el capuchón.
Encendedores que perdían el resorte. Resortes que perdían a su encendedor.
Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se tiraran al terminar su ciclo, los españoles inventábamos la recarga de los encendedores desechables.
Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se convertían en sacapuntas
por todo el ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de
las latas de paté o de las sardinas y caballas, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave.
¡Y las pilas!
Las pilas de los primeros chcoes de bomberos pasaban del congelador al techo de lacasa.
Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que duraran un poco más.
No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer
que algo viviera menos que un jazmín.
Las cosas no eran desechables. eran guardables.
¡¡Los diarios!! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas
de goma, para poner en el suelo los días de lluvia y por sobre todas las
cosas para envolver. ¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al pescado de la plaza!
Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque del Banco Hispano para hacer cuadros, y los cuentagotas de las medicinas por si algún remedio no traía el cuentagotas y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos.
Los frasquitos de las inyecciones con tapitas de goma se amontonaban vaya a saber con qué intención, y los mazos de cartas se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía "éste es un 4 de bastos".
Los cajones guardaban pedazos izquierdos de palillos de ropa y el
ganchito de metal.
Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos que esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en un palillo.
Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de
nuestros objetos.
Así como hoy las nuevas generaciones deciden "matarlos" apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada. ni a Walt Disney.
Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron "Tómese el helado y después tire la copita", nosotros dijimos que sí, pero. ¡minga que la íbamos a tirar! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas.
Las primeras botellas de plástico -las de suero y las de Agua Fontvella- se transformaron en adornos de dudosa belleza.
Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella.
Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos.
No, no lo voy a hacer.
Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; hasta la amistad es descartable.
Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas.
Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la
memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero.
No lo voy a hacer.
No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne.
No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas
empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo y glamour.
Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares.
De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme
seriamente entregar a la bruja como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva.
Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el
riesgo que la bruja me gane de mano ... y sea yo el entregado.
Y yo...no me entrego.
Sus de ustedes
Punto
Desechando lo desechable ...( y 2)
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Desechando lo desechable ...( y 2)
Ninguna afirmación es del todo cierta, ni siquiera esta lo es
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Pues yo si recuerdo cuando guárdabamos todo, todo como dice el sr_punto, y además toda la ropa era aprovechable, porque yo me vestía con la de mis hermanas, asi que...si se guardaba si, que no daba el dinero para más! ahora son otros tiempos, y quizás precisamente por eso, porque vivimos en auqella circunstancia, no queremos hacerlo, no se...

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