Las manos extendidas, gallarda la mirada, el pecho que se sale y tu que vienes a mi encantada. Primera cita, primer encuentro. Todo y nada, tanto atrás, mucho más adelante. De tanto soñar contigo, de tanto vivir soñando, se que este instante quedará en el recuerdo. Será un renacer en mi corazón. Se me enredan las manos, esperándote, recuento los dedos como si descubriera que son cinco en cada mano. El libro azul en la mano derecha, ahora lo giro para arriba, ahora para abajo, bien a la vista no sea que dudes. Calle Alcalá con esquina Serrano, frente al Retiro. La gente camina deprisa, pasan a mi lado sin observar, cada uno a lo suyo y yo a lo mío. Todo me parece distinto, hasta el aire se respira dulce. Dos monjas arropadas en sus hábitos caminan a paso legionario. ¿dónde irán tan deprisa?. ¿Lo mismo es que se acaba el mundo?. No, hoy no. Hoy empieza la vida. Ya tengo ganas de verla. Solo quedan 15 minutos, me sudan los dedos que sostienen el libro con tapas encuadernadas en azul. Son las rimas de Bécquer, ¿qué original y tierno, no?. Podía haber traído otro de Antonio Gala, pero era más grande e incomodo. Este está bien, “edición de bolsillo” se lee en el lomo. Abro el libro por la mitad al azar, leo algún verso pero no me entero, vuelvo a cerrarlo. Quien está pensando ahora en leer nada. Pierdo la mirada hasta la Puerta de Alcalá, como buscándote entre la gente. Ahora rodeo con la mirada la verja del retiro, ¿acaso eres aquella?. ¡Ah!, ya sé, primero me localizas y me observas y luego te presentas. No, no puedes ser porque tú usas gafas, de manera que no eres. Un taxi se detiene a mi altura, parece que quiere que me suba. –No gracias, no necesito taxi. Lo siento si le pareció que llamé, pero no-. No me extraña, debo estar tan raro y nervioso que no se ni lo que hago. Consulto de nuevo el reloj, solo quedan 7 minutos. Siete, que bonito número, el número de la suerte. Tu 27 y yo 37, los dos terminan en siete. Está claro que el siete nos traerá suerte. Repaso mentalmente calle Alcalá esquina Serrano frente al Retiro. Vuelvo a mirar hacia la verja del parque, aquella mujer sigue allí, pero tu no eres, tu usas gafas y ella no. De manera que no eres. Espero que seas puntual, no soporto que en las citas la gente se retrase y menos en esta. Un camión se detiene justo en la esquina. Los operarios empiezan a descargar, lo hacen a toda leche. Ojalá terminen rápido, con el camión ahí me tapa la vista de la calle, no podré verte llegar. Camino unos pasos, me coloco más visible. ¿Quizás si me cambio de acera?. Si al menos tuviera tu número de teléfono te llamaría para ver por donde vienes. Pero no, eso no estaría bien, hay que tener paciencia. La paciencia es la llave de....... la ciencia. Sí, eso es lo que tú me has enseñado. ¿Cuántas veces repetido?. Pablo .. “La paciencia es la llave de la ciencia”. No es el momento de desesperar. Abro de nuevo el libro; ¡¿Pero que hago?!, ¿leer?, como se me ocurre ponerme a leer, ¿y si pasa ella?. Tengo que estar atento, muy atento. ¿Cómo puedo estar atento con ese camión ahí?, apenas si veo la calle. Cruzaré la calle, desde allí veré más horizonte, desde allí te veré venir. Esta esquina está más soleada, como tenga que estar mucho rato esperando me expongo a sufrir una lipotimia. Ya pasan 7 minutos de la hora, de manera que no has de tardar. Empiezo a sudar por la frente, cada vez estoy más nervioso. Fijo la mirada en el poste de una farola, hay papeles pegados tamaño cuartilla, deben ser anuncios de gente que da clases particulares de ingles, informática, etc. Sin dejar de escudriñar a la gente que pasa por la calle Alcalá esquina con Serrano frente al Retiro, me aproximo al poste empapelado y leo:
"Pablo, fue un hermoso sueño"
............... TATOO