En la Sala de Iniciados a las 6.00 de tarde. Se celebró el ciber_enlace de Caima y Maxbom.
Fue presidido por el “jefe” Monseñor Don Sastre. Ataviado con un conjunto clerical, compuesto por capelina blanca, bordada en oro y plata, faldón hasta los tobillos en raso blanco roto y calzoncillos Calvin Klein, del mercadillo de Motril, “Graná, casi na”
Con mucha templanza, paciencia y mucho humor, al final consiguió celebrar el enlace. Los invitados por su parte se lo pusieron difícil (había un descontrol del carajo).
Como es normal en toda boda de pontín que se precie, el novio llegó con 35min de antelación a la Sala de Iniciados. La novia, se hizo de rogar (se dice, se comenta, se rumorea, que andaba lía con el oficiante en la sacristía). “Esa noticia la tendrán que desmentir los aludidos”. Caima iba guapísima, con el vestido de novia que ya está expuesto en el panel correspondiente (no sean vagos y pasen a verlo).
Se supone que iba del brazo del padrino…
Los padrinos fueron; Don Zipi y la Srta. Airun.
El padrino en su estilo, medio bebió, pidiendo “marcha, yo quiero marcha, marcha”. Muy elegante con su traje de Flamenco (sin pluma), sombrero cordobés, que después se utilizó para pasar el cepillo en la capilla, y botos camperos, aderezados con el polvo del camino “se supone que era de la última romería, al Rocío”.
La madrina; guapa, resultona, elegante, pero como siempre, más perdida que una burra en un garaje (se le perdona, ella es así). Al final del enlace, acabó de copas con uno de los invitados (eso es lo que dijeron… nos vamos de copas). A saber…
Al enlace acudieron:
Sol: guapísima como siempre, pero debía de tener algo en la puerta porque solo hacia entrar y salir de la sala. No se perdió detalle de la boda, pues cada vez que entraba había que comenzar de nuevo
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Reichel: Mona como ella sola, en un momento de la ceremonia se le escapó una

Paula: En su línea, elegante como nadie. Discutió con Reichel por el ramo de novia. El problema lo solucionó el padrino, la prometió noche de lujuria y bombones…
Narima: Llegó tarde, pero llegó y se marchó como venía, con un dolor de cabeza tremendo. Eso sí, antes de marchar pasó por el salón del banquete y se llevó algunos canapés y unas copitas de cava (no era catalán, pero entre el jaleo y el paracetamol, ni se enteró).
También asistieron al enlace; el Boski: que se agarró al garrafón de la ginebra y cantaba por soleares acompañado por Algol, que le hacía las palmas. Decir también que el Boski fue el que se llevó a la madrina de copas (yo no digo ná).
Pablo también acudió al enlace. Algo tenía entre manos, salía y entraba de la sala como Pedro por su casa. La excusa que ponía era que hacía de “aparca coches”… (No tenemos noticias de dónde ha dejado aparcado el Ferrari)
Y la redactora de esto, que también acudió. Que no se enteró de ná, me quería llevar al novio al huerto, pero la novia no lo soltaba, le tiraba los tejos al cura, pero el cura estaba embobado con la novia y Reichel. El padrino, ni caso, detrás de la madrina y gritando “yo quiero marcha, marcha… marcha”. En fin, que me marché con Pablo a buscar el Ferrari

Hasta aquí lo visto, leído y comentado. Si me olvido de alguien, que avisen…
Y fueron felices y comieron… Sólo ellos saben lo que comieron. Pero esa es otra historia…
María.