
Esa circunstancia áspera e inhóspita es muy habitual, por cuanto a que los lobos y otras especies de la fauna, corren peligro de extinción, y así, eslabón tras eslabón, el que no llora, no mama. Y todos son un poco, como bebés. Que merecen regalos y caricias, y la visita de los tres Reyes Magos de Oriente. Cada unidad biológica tiene un corazón, y todos, de alguna manera, debemos arreglárnoslas para concebir hijos, u obras, o inventos, o mecanismos o máquinas, o edificios, o...
Nuestros propios bebés. Ahí, se ve entonces la dualidad...
Eres la virgen María, si creas o si sirves o si ayudas.
Y eres el niño Jesús, casi siempre.
Pero eso mismo piensa cada árbol, pez, tigre, león...
¡ Decente !
Estamos atrapados e involucrados en el mismo negocio, que a veces parece absurdo. Y entonces, el padre putativo. El padre adoptivo. Observas cómo otro trabaja. Y cómo otro amamanta a su proyecto o empresa. O hijos...

Ya, por último, si eres muy generoso, entonces, te sientes como un pastorcillo, o incluso como un Rey Mago. En ese caso, eres el alcalde de un municipio, o algo parecido. Estás caminando por las nubes, por así decirlo, y crees que el cielo en la tierra, es posible.
Y el último ingrediente es Lucifer.
El demonio.

¿ Qué simboliza ?
¡ Pobre diablo ! Pues eso mismo, justamente. Pobre diablo...
Que somos pobres.
Que no nos quieren, ni nos aceptan, ni nos hospedan. Jamás.
¡ Qué exagerado soy ! Es una impresión...
Y eso nos pasa a todos.
Algunas veces, claro. Porque otras, sí nos sentimos como en casa.
Pero sentirnos como pobres diablos, alguna vez es posible. Sí, señores. ¡ Qué ridículo ! ¿ Verdad ? Y con todo, la vida sigue como Speedy Gonzales: ¡ Ándele, ándele, arriba, arriba !
