A las mujeres, en general, ya no nos gustan los piropos de desconocidos.
Los hombres parece que lo han aprendido y , salvo excepciones, se conforman con mirar con más o menos descaro y el más atrevido osa pegar un codazo al que tiene al lado con mayor o menor disimulo pero ya casi no abren la boca.
A lo mejor , este hombre, con sus colegas había hablado del tema porque hoy al pasar por una terraza con una barra en la que se acodaban tres, uno ha soltado mirando al tendío:
Vaya una señora con arte, estilo y buena educación.
Y yo no llevaba bajo el brazo ningún manual de buenos modales!!!!
