Por arte de birlibirloque, todos son estrellas de cine, de repente. Y viven en Beverly Hills.
Entonces, la tecnocracia es una invitación a la uniformidad, quizá, demasiado optimista. Es como una dictadura en la cuál, el pueblo ario, esta vez, maneja muchos aparatos que funcionan a las mil maravillas. Y en lugar de la cruz gamada, la Humanidad se sirve de otros símbolos. Pero siempre, procurando mencionar que goza de una evolución.
Evolución tecnológica.
Con tantos electrodomésticos, nos sentimos como reyes y reinas. Pero no nos engañemos, ya que esta apariencia puede ser breve. Si el futuro es robótico, entonces, seremos eficaces, y buenos sirvientes. El sentido que tiene la tecnocracia es aprender de los inventos.
Perfeccionándonos.

Dorándonos.
Tomando el Sol, todo el santo día.
Y llegando al clímax...
Entonces, la tecnología es para el adulto, como para el niño pequeño, su chupete.
Y lo más gracioso es que el pueblo ario va en pañales.
Es muy divertido.
Nadie se hace responsable de lo que suceda.
Pero qué sentido tiene convertirnos a todos, en Doritos. ¿ Qué sentido tiene ordenarnos, personalmente ? ¿ Qué sentido tiene la información automática, o informática ? ¿ Qué sentido tiene ser nachos, con guacamole ?
La tecnocracia no solamente nos procura erudición o bastante inteligencia, sino además, un paso más allá: Allende. Nacho Allende. O sea, que Torbe es el destino final de los seres humanos que aman la tecnología.
